El fotógrafo aficionado documenta lo que hoy parece una anomalía para muchos, bien porque aún no habían nacido, bien porque se han olvidado de cuando Sevilla era de los sevillanos, no de las franquicias ni de los veladores ni de los establecimientos hoteleros ni del turismo "termita" que cual plaga de langosta agosta cuanto invade. Qué tiempos.
La entrada del Alcázar sin colas
José Antonio Primo de Rivera seguía "presente" en la muralla del Alcázar y los alrededores de la Catedral estaban casi vacíos en una ciudad que se protegía del calor sevillano gracias a sus callejones, casas y patios. Y, también, gracias al Corte Inglés del Duque -abierto en 1968- que nos ofrecía a muchos la posibilidad de acogernos al fresquito gratis aunque fuera solo para estar un rato mirando.
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