Por aquellos años la Semana Santa de Sevilla era bien distinta a la actual. No en lo que se refiere a imágenes o estética general, pero sí en cuanto a que era una fiesta menos multitudinaria, más provinciana se podría decir, donde no se vislumbraban ni por asomo los problemas de masificación e inadecuados comportamientos que aparecerían décadas después con la llegada de la democracia. Justo lo contrario de lo que muchos agoreros pensaron al final de la dictadura. Veamos algunas pinceladas de la correspondiente a 1969.
La Cruz de Guía de la Hermandad del Museo regresa por la calle Alfonso XII prácticamente sin público.
El Cristo de la Expiración del Museo transita por el andén del Ayuntamiento bien entrada la madrugada. Una cita muy esperada en aquellos años por un público minoritario, selecto y entendido.
La Virgen de las Aguas del Museo a su salida de la Catedral. Ya entonces, el exorno floral de su paso sorprendía cada año a la Sevilla cofrade por su originalidad y rareza.
Este año 1969 fue el último que Nuestro Padre Jesús de la Pasión estuvo acompañado por el antiguo Cirineo, motejado en Sevilla como el "mirabalcones", obra atribuida a la gubia de Juan de Mesa -la cabeza y una mano-, si bien completado por los imagineros Fernández Andes y Ortega Bru. Al año siguiente ya procesionaría el nuevo Cirineo que esculpiera Sebastián Santos Rojas.
El Señor del Gran Poder camina hacia la Catedral desde su barrio de San Lorenzo.
La Virgen de las Aguas en su salida procesional y el Cristo de la Expiración saliendo de su capilla.
De monaguillo a nazareno
Poder vestir la túnica de nazareno señalaba, entonces, el final de la infancia y el inicio de una nueva etapa vital.