El vino de Villanueva del Ariscal se vendía bien en la Plaza de San Marcos. También circulaban los botellines de Cruzcampo, los "chochitos" (altramuces) y el "jamón de mono" (cacahuetes con cáscara). Solo en el bar de La Alegría de San Marcos -esquina con calle Socorro- y en Baldogar -esquina con Castellar- se servían también tapas clásicas como la ensaladilla, el filetito de lomo, el chipirón plancha o las espinacas con garbanzos. Casa Tomás -en la calle Vergara- y El Disloque -esquina con Bustos Tavera- disponían de algo de chacina -no muy cara- y, sobre todo, chochitos y cacahuetes.
En la década de los 70, el vino y la cerveza eran las bebidas habituales en estos barrios populares del centro de Sevilla. Por las mañanas, no obstante, también se veía a algunos parroquianos frente a la copita de coñac o de anís seco para empezar el día entonados. Esta situación incluía, cómo no, la cuota de personas dadas a la bebida, sobre todo hombres, ya que las mujeres no solían frecuentar las tabernas, tan solo los bares y, normalmente, acompañadas por sus maridos o parientes en las fiestas o fines de semana.
No fue sino hasta la década de los 80, cuando la introducción de la heroína, que la degradación de la convivencia, el tráfico de drogas y la delincuencia se adueñaron de barrios como San Marcos, San Julián, el Pumarejo o la Macarena. Si bien la mayoría de sus vecinos seguían tratando de hacer una vida lo más normal posible frente a la adversidad, la droga se llevó a muchos jóvenes por delante en estos barrios. (La obra "Canijo" de Fernando Mansilla relata con toda crudeza la dramática situación que se vivió en esa década. Muy recomendable)
Feligreses de la taberna Casa Tomás posando para el fotógrafo aficionado
Por aquellos años también estaban de moda los billares
Los más famosos eran los del Café Madrid en la calle Sierpes, aunque abundaban en muchos barrios, como estos de la calle San Luis.
Camarero del bar Baldogar y algunos de sus parroquianos
Y aquí el guarda nocturno de la Plaza de San Marcos posando con "la vaca", su perro, en una lluviosa y fría noche de finales de octubre. Al fondo la tienda de Tejidos San Luis, en la esquina de la plaza con la calle del mismo nombre.