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jueves, 10 de octubre de 2024

Un árbol de Navidad encima del televisor. Navidades de enero de 1973.

 

Que la televisión fuera el eje central de las casas populares de Sevilla en esta década de los años 70 es una cuestión innegable. Por aquellos años, la televisión se encendía desde la mañana a la noche cuando aparecía la "carta de ajuste" ya pasadas las doce. Y eso que al principio solo había un canal de televisión que, eso sí, se apagaba religiosamente por las tardes para que las madres escucharan la radionovela de turno mientras cosían la ropa o remendaban calcetines y pantalones. Los niños merendábamos -colacao con picatostes- escuchando "Simplemente María" o "Lucecita". Muchos vaticinaron entonces la muerte de la radio pero se equivocaron de medio a medio porque hoy sigue tan viva como entonces o más.

En las fotos siguientes, el fotógrafo aficionado documenta en su propia casa del barrio de San Marcos cómo es posible montar un árbol y un belén encima del mueble del televisor. Afortunadamente, en aquellos primeros años de la tele, los aparatos eran voluminosos y permitían toda suerte de objetos encima, desde flamencas o toritos bravos hasta muñecas o retratos. Pero un árbol de Navidad y un niño Jesús, hombre...




Horror vacui


martes, 8 de octubre de 2024

Reyes Magos en la Plaza de Santa Isabel. 1973.

 

El día 6 de enero de 1973, como cada año, la Plaza de Santa Isabel -del barrio de San Marcos- acogía a familias y niños que jugaban con los regalos que les habían traído los Reyes Magos la noche anterior. Por aquellos años prácticamente no existía aún Papá Noël, así que niños y niñas teníamos que esperar hasta la noche de Reyes -más bien hasta la mañana de Reyes- para ver qué nos había traído Melchor, Gaspar o Baltasar. Y solo teníamos dos o tres días para jugar porque pronto empezaba el cole de nuevo.

De ahí que, acumuláramos tanta ilusión a lo largo de las vacaciones de Navidad hasta llegar a ese día soñado. No como en la actualidad, donde niños y niñas reciben regalos todo el año y a lo largo de la Navidad. Quizás, por eso, muchos de ellos no los reciban ahora con la misma intensidad e ilusión que lo hacíamos entonces.

 


 

 

 












Dos "vaqueros" motorizados en la fuente de la Plaza. Al fondo la calle Vergara

 













Ojo con la guitarra. Son verdaderos "mariachis"












lunes, 30 de septiembre de 2024

Obra de teatro en el Instituto Fernando de Herrera. Navidad de 1972.

 

El 21 de diciembre de 1972, el fotógrafo aficionado realiza un reportaje de una obra de teatro representada en el salón de actos del Instituto Fernando de Herrera de Sevilla, por encargo de un conocido del barrio de San Marcos. El instituto empezó su andadura educativa el 8 de octubre de 1968, siendo por entonces un centro exclusivamente para chicos, si bien, a partir del curso 1975 fue progresivamente incorporando a chicas para ser definitivamente uno de los primeros institutos mixtos de Sevilla a partir del curso 1979-80.

El último día del primer trimestre del curso de 1972-73 se representa dicha obra de la que mostramos a continuación una selección de fotografías. Un tal Pepe -lamentamos no saber más- es señalado en las notas del fotógrafo como el director de dicha obra.

 





























































jueves, 1 de febrero de 2024

1969. Vida familiar.

Vivíamos en un piso muy pequeño del barrio de San Marcos. Tan pequeño que yo dormía en una cama plegable que se abría en el salón cuando la carta de ajuste aparecía poniendo fin a la emisión diaria de TVE. 

 


 

 

 

Las mañanas del fin de semana o en vacaciones de navidad aprovechaba para hacer los deberes del cole en la cama, antes de que mi madre arreglara la casa, costumbre que mantuve incluso ya de mayor; lo de trabajar en la cama, se entiende. La máquina de coser Singer, que aparece a la derecha, estaba presente en muchos hogares de aquellos años.







 

Después, se trasladaba un poco la mesa y el salón volvía a hacer sus funciones de comedor y sala de estar. En aquellos años, los aparadores con espejos y las vajillas de duralex eran habituales en la casas de los barrios populares de Sevilla.

 

 

 

El aparato de televisión ocupaba un lugar central en la familia que podía adquirirla a base de firmar letras y letras que tardaban años en pagarse. Las muñecas, los velones y los ramos de flores de plástico decoraban salones, junto a los pocos muebles buenos que se habían heredado.

 


 

 

 

 

Cuando venían visitas, como no cabía ni un sofá, se tenían que sentar en sillas a la vera de la mesa camilla.







 

 

 

A pesar de las estrecheces, siempre había espacio para montar el portal de Belén y el árbol de Navidad. Eso sí, el único sitio disponible era el aparador de la casa.








 

 

Curiosa foto realizada en la calle.










Un autorretrato mi padre en el rinconcito del salón. La mesa camilla tiene calefacción a base de cisco picón. Al fondo la puerta de la cocina tras la que se observa aún la mampostería de los antiguos fogones de carbón o leña. Las casas, cuanto más pequeñas más espejos tenían. Así podían agrandar, aunque solo fuera visualmente, el poco espacio de que disponían.

sábado, 4 de marzo de 2023

Navidad en el cole. 1970

 

 

En diciembre de 1969, decorábamos nuestra clase del colegio La Salle-La Purísima, de la calle San Luis, para celebrar las fiestas navideñas.




 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

Reyes Magos y juguetes. 1970

 

En 1970, los Reyes Magos dejaban regalos a los niños del barrio de San Marcos, aunque no tan numerosos ni tan caros como los de ahora. No obstante, las ilusiones infantiles eran las mismas o, quizás, más, porque para muchas familias era un verdadero milagro realizar ese sacrificio económico, y los niños y niñas nos contentábamos con dos o tres sorpresas reales: escopetas, sombreros vaqueros, muñecas, cocinitas, juego de bolos de plástico, coches de hojalata, cajas de lápices de colores, cuentos o espadas del Zorro, poblaban los sueños de aquellos años.








Añorábamos también la bicicleta, el coche mecánico o el teledirigido, pero no siempre llegaban y había que aguantarse hasta el año próximo si nos portábamos igual de bien.








A veces, incluso llegaban sorpresas que no se habían pedido ni se esperaban. Y se nos quedaba la cara muda de sorpresa cuando nos avisaban de que en la casa de un tito, una cuñada o un vecino, los Reyes Magos nos habían dejado algún regalo.








Y lo mejor era cuando juntábamos juguetes distintos para crear uno mejor, como este Meccano de la época que servía de vehículo para que el Madelman explorador viviera aventuras infinitas encima de la mesa de formica, frente a una sempiterna televisión encendida que emitía la interminable novela de las tardes invernales de Colacao y picatostes.