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domingo, 22 de septiembre de 2024

Invierno de 1972: bares y tabernas de San Marcos.

 

La vida cotidiana de los barrios populares del centro histórico de Sevilla no se entendería sin la presencia de los bares y tabernas que acogían "a sagrado" a numerosos y fieles parroquianos durante todo el año. Incluso en los fríos inviernos sevillanos de aquellos años -fríos no porque hiciera menos temperatura que ahora sino porque las casas y corrales no disponían de los medios de calefacción que disfrutamos hoy- bares y tabernas congregaban durante todo el día a "feligreses" que optaban por "calentarse" por dentro más que por fuera, además de aprovechar para charlar con unos y con otros olvidándose de las fatiguitas que se pasaban.

No resulta extraño, pues, que los que entonces fuimos niños y niñas recordemos aún el frío y la humedad que pasamos en nuestra infancia y pubertad. La "copa" de cisco picón era aún habitual en muchos hogares como única fuente de calor bajo la ropa de la mesa camilla que había en el salón o en una salita de la casa. A veces, cuando se disponía de más espacio, el salón quedaba reservado solo a las visitas esporádicas o a los grandes eventos de celebración (bautizos, cumpleaños, etc...). En los colegios tampoco había calefacción y el hecho de llevar pantalones cortos o falditas no ayudaba mucho en los días escolares fríos y lluviosos.

 


 

Camarero del bar Baldogar de la Plaza de San Marcos

 

Feligreses de la taberna Casa Tomás de la calle Vergara

 




 











lunes, 16 de septiembre de 2024

Mecánicos de Sevilla en 1972.

 

El fotógrafo aficionado colabora a veces con talleres mecánicos fotografiando automóviles siniestrados lo que no evita que también fotografíe a sus trabajadores. En este caso, de un taller situado en el barrio de la Macarena.













lunes, 22 de julio de 2024

Besamanos de la Soledad Servita, 1972.

 

El 28 de mayo de 1972 se celebra la ceremonia de la Primera Comunión en la Iglesia del Convento de Santa Isabel. Y la celebración la preside la imagen de la Virgen de la Soledad de la Hermandad de los Servitas en devoto besamanos. 

 
























































 

Muchos devotos se acercan para besar a la Virgen de la Soledad al finalizar la ceremonia




 

En el patio del Convento, algunas familias del barrio posan ante el fotógrafo para recordar el momento.


 

Y después algunas lo celebran en sus casas y otras en los bares del barrio, como el bar La Alegría de San Marcos, en la misma plaza, hoy desaparecido.

 
















jueves, 18 de julio de 2024

Restaurando un viejo autobús americano. 1972.

 

El fotógrafo aficionado documenta, en esta entrada, las labores de recuperación de un viejo autobús americano que estuvo dedicado a biblioteca ambulante. 

 


 

 


 

 




















sábado, 13 de julio de 2024

Pico y pala. La Sevilla de los derribos y socavones. 1971.

 

A principios de los años 70, los barrios populares del centro de Sevilla seguían en proceso de reconstrucción, de lenta reconstrucción. Existían numerosos derribos, y otras casas que amenazaban ruina anunciaban nuevos derribos y solares poblados de jaramagos, charcos y animales diversos, insectos y ratas sobre todo. Un ecosistema propio y propicio para la caza con tirachinas y la recolección de bichos que ponían de los nervios a nuestras madres.

Para los niños de esos años, los solares y las casas abandonadas eran lugares atractivos para inventar cualquier aventura callejera, aún muy lejos -menos mal- de las pantallas y los móviles que nos atornillan hoy a las sillas sin apenas tregua. Éramos niños callejeros del centro de Sevilla, con juegos de calle a la que salíamos invariablemente después de hacer los "deberes", para jugar a piola, a la lima, al fútbol, a policías y ladrones, al cielo voy, a las canicas, al juego de estampitas de jugadores de fútbol, a la comba, al elástico, a cazar "zapateros" con caña y a un largo etcétera. Juegos que nos permitían la pedantería de "socializar" con niños de nuestra edad o incluso mayores, y también con niñas, claro está, además de hacer ejercicio físico, porque aquellos niños y niñas nos movíamos mucho más que los de ahora y no permanecíamos sentados más de lo necesario.

A su vez, facilitaban conocer la ciudad, sus calles y sus gentes: las de los barrios próximos e incluso de los más alejados: la siempre atractiva y peligrosa Alameda de la época, San Lorenzo, la Macarena, calle Feria, la Alfalfa, el Arenal, San Julián o el centro histórico aún propiedad de los sevillanos y no de los guiris.

Vaya esta fotografía como recuerdo de esa Sevilla de solares y socavones que se trasladaban de una calle a otra sin descanso y de aquella infancia que jugaba en las calles como si fueran suyas, sin necesidad de meterse en corralitos acolchados de colores. Y es que, en aquellos años, abundaban los chichones y las postillas permanentes en rodillas y codos. Y a pesar de todo, -por lo que se ve "milagrosamente", si lo comparamos con la infancia-cristal de hoy-, logramos sobrevivir sin darle mayor importancia.

 


martes, 30 de abril de 2024

Parroquias... y parroquianos. 1971.

 

En los barrios del centro de Sevilla, a principios de los años 70, existían dos tipos de "templos", los religiosos y los profanos. Iglesias y tabernas eran frecuentadas por sus respectivos parroquianos. Y no era raro que muchos compartieran ambos ambientes cuando era menester. Veamos.

 

En aquella Sevilla existían numerosas tabernas -de precios muy asequibles para la época- que solo requerían de un pequeño local y un mobiliario escaso para congregar a un grupo de asiduos parroquianos en torno a los botellines de cerveza o a los vasos de vino tinto, acompañados de cacahuetes o "chochitos" -altramuces- y poco más. En la actualidad prácticamente han desaparecido, siendo el Tremendo o el Bar Jota los más destacados vestigios de aquellas tabernas.

 







 

 





 

Empezaban también a surgir bares mejor equipados, de barra larga metalizada, que contaban con servicio de cafetería y un largo surtido de tapas, si bien eran más caros que las tabernas y reunían a un público con mayor poder adquisitivo.

 


 

El tipo de parroquianos solía variar entre bares y tabernas, pero abundaban los "personajes" sevillanos tanto en unos como en otras.

 


 



Y si no, también la calle ofrecía un lugar para compartir unos vinos. Como este grupo bebiendo al sol de la Plaza de Santa Isabel.

 

 

O aprovechando el frescor de la noche en la calle Vergara, seguramente a las puertas de la taberna Casa Tomás.

 


sábado, 27 de abril de 2024