La vida cotidiana de los barrios populares del centro histórico de Sevilla no se entendería sin la presencia de los bares y tabernas que acogían "a sagrado" a numerosos y fieles parroquianos durante todo el año. Incluso en los fríos inviernos sevillanos de aquellos años -fríos no porque hiciera menos temperatura que ahora sino porque las casas y corrales no disponían de los medios de calefacción que disfrutamos hoy- bares y tabernas congregaban durante todo el día a "feligreses" que optaban por "calentarse" por dentro más que por fuera, además de aprovechar para charlar con unos y con otros olvidándose de las fatiguitas que se pasaban.
No resulta extraño, pues, que los que entonces fuimos niños y niñas recordemos aún el frío y la humedad que pasamos en nuestra infancia y pubertad. La "copa" de cisco picón era aún habitual en muchos hogares como única fuente de calor bajo la ropa de la mesa camilla que había en el salón o en una salita de la casa. A veces, cuando se disponía de más espacio, el salón quedaba reservado solo a las visitas esporádicas o a los grandes eventos de celebración (bautizos, cumpleaños, etc...). En los colegios tampoco había calefacción y el hecho de llevar pantalones cortos o falditas no ayudaba mucho en los días escolares fríos y lluviosos.
Camarero del bar Baldogar de la Plaza de San Marcos
Feligreses de la taberna Casa Tomás de la calle Vergara