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domingo, 10 de noviembre de 2024

1973 (y IX). Segunda estación de penitencia de los Servitas.

 

IX. De vuelta a casa. Tras una estación de penitencia modélica, a pesar de la juventud de la cofradía del Sábado Santo, la Piedad Servita vuelve a su barrio de San Marcos donde la esperan los vecinos y devotos. Aunque el cansancio de nazarenos, acólitos y costaleros ya va haciendo mella tras una jornada espléndida en la que, además, se ha visitado la sede de varias hermandades del recorrido: Panaderos, Lanzada, Montesión...

















La Piedad Servita sale de la calle Castellar y ya está en la Plaza de San Marcos

 








 


 



   

Ya está en la Plaza de Santa Isabel
















Ya está en la calle Santa Paula, a tan solo unos metros de la puerta de su capilla

 

Una saeta rasga la noche desde un balcón frente a la iglesia

 


 






















 

Finalmente, el paso empieza a entrar en su capilla y en la casa de la hermandad Servita algunos nazarenos descansan de la dura jornada vivida. Algunos vecinos se resisten a recogerse en sus casas y aprovechan para tomar una última copa mientras se comenta lo sucedido a lo largo de un glorioso Sábado Santo.

 


 


viernes, 8 de noviembre de 2024

1973 (VIII). Segunda estación de penitencia de los Servitas.

 

VIII. Costaleros de la Piedad Servita. Los años 70 del pasado siglo fueron los últimos de los (mal)llamados costaleros "profesionales", o mejor asalariados. Sirva esta entrada para homenajear a unos hombres y a una forma distinta de entender el trabajo del costal que desapareció pocos años después con la aparición de las cuadrillas de hermanos costaleros. El fotógrafo aficionado documenta un breve descanso de la cuadrilla del capataz Máximo Castaño en el regreso de la cofradía Servita hasta su capilla.

 


 






 


















 

Un botellín y un bocadillo bastaban para reponer fuerzas de una cuadrilla sin relevos, de "mármol a mármol" como se suele decir, un sistema de trabajo hoy casi inexistente en las cuadrillas de hermanos costaleros.


Y después del breve descanso, vuelta al trabajo, que queda aún lo más duro: aguantar los "kilos" que siguen cayendo sobre sus cuellos y meter la cofradía en su templo con dignidad y buen gusto. No constituían entonces un poder "fáctico" en las hermandades, no tenían "glamour" ni alardeaban ante nadie, no se creían protagonistas de nada, eran una familia unida leal a un capataz, apenas se les veía porque no podían salir de abajo ni para orinar -con perdón-, eran de otra raza, sí, cobraban por su trabajo, pero eran auténticos y humildes, y en la oscuridad de las trabajaderas eran también los pies de Cristo y de su Madre. Ellos eran los costaleros de la Piedad Servita.

 




jueves, 7 de noviembre de 2024

1973 (VI). Segunda estación de penitencia de los Servitas.

 

VI. De vuelta por la calle Sierpes. Una vez cruzada la Catedral y pasada la Plaza de San Francisco, la cofradía servita se adentra, ya de noche, por la calle Sierpes camino de la Campana. Ya advertimos en una entrada anterior que estos años las cofradías del Sábado Santo realizaban una carrera oficial a la inversa, comenzando por la Catedral y terminando en la Campana. El Santo Sábado, que por entonces no suponía ningún problema insuperable como ocurrió con el Santo Martes hace unos años. Eran otros tiempos.

 


 


 

 












El paso pasa justo por la estrechez de la calle Sierpes al mando de su capataz Máximo Castaño

 













 

Surge una saeta en medio de la noche sevillana


 


 












El recordado Máximo Castaño mandando el paso de la Piedad Servita

 


Los Servitas ya están en la Campana

 




















 

 

Sorprende que una cofradía de barrio, en su segunda estación de penitencia, sea capaz de hacerlo de manera tan seria y elegante.



1973 (V). Segunda estación de penitencia de los Servitas.

 

V. Camino de la Catedral. Una vez pasado San Román, la cofradía servita se encamina hacia la Parroquia de San Pedro para dirigirse al comienzo de su carrera oficial. Como se observa en las imágenes no iba acompañada de mucho público, salvo el paso de la Piedad Servita siempre rodeado de personas. En aquellos años se podían ver muchas cofradías en poco tiempo e, incluso, recorrer el cuerpo de nazarenos de arriba abajo sin grandes contratiempos. Algo que hoy, lamentablemente, resulta imposible, incluso en Sábado Santo. 

 

 


Preciosa vista del tramo de penitentes -creemos que por la calle Peñuelas- que, como era tradicional entonces, se situaba detrás del paso y antes de la banda de música.

 


 

 

 

 

 








El capataz Máximo Castaño, junto a su adjunto, en una parada del paso

 

El "bacalao" servita por la calle Doña María Coronel, llegando a San Pedro

 
















Curiosa foto, ajada por el tiempo, del paso de la cofradía al final de la Plaza de San Pedro en dirección a la calle Boteros.