martes, 28 de febrero de 2023

Un fotógrafo aficionado. 1970.

 

 

¿Cómo era posible montar un laboratorio de revelado de fotografías en un pequeño cuarto de baño? Pues era posible. La afición lo puede todo, a pesar de las dificultades para disponer las cubetas, la ampliadora, la luz roja, organizar los líquidos e instrumentos necesarios, además de contar con un sistema para oscurecerlo y no permitir la entrada en momentos claves del proceso, ya que podía arruinar el resultado. En muchas ocasiones, había que aguantarse las ganas porque la casa sólo disponía de ese pequeño cuarto de baño para toda la familia. La fotografía, desde luego, era un arte muy sacrificado por aquellos años.




Y no sólo para revelar las fotos, que para un niño era todo un misterio, sino para seleccionar bien qué fotografiar cuando cada carrete sólo disponía de 24 o 36 oportunidades para hacerlo y costaba un dinero que no siempre se tenía. No como ahora que se tiran centenares de fotos sin pensar. 

En este caso, seleccionamos algunas de una excursión familiar realizada a las ruinas de Itálica de Santiponce, muy dejadas de la mano de dios por aquellos años, pero que permitía un día de asueto campestre y, después, degustar unos huevos fritos con patatas y jamón en alguna de las humildes ventas que se encontraban a su alrededor.





Niños de San Marcos. 1968.

 

En las vísperas de la Semana Santa de 1968, el día que salía la Virgen de los Dolores Servita, los niños acudíamos ilusionados para acompañarla en su recorrido anual por el barrio de San Marcos. Por supuesto, en aquella Sevilla de finales de los 60, los niños que aún no habían cumplido once o doce años no vestían pantalones largos. Una costumbre que se perdería, definitivamente, décadas después.













 

 

Llevar un cirio entre amigos, jugar con la cera, formar parte de la comitiva procesional, era uno de los momentos más felices a los que un niño podía acceder en aquella Sevilla de calles mal iluminadas y tristonas que, a duras penas, se encaminaba a la modernidad.








viernes, 24 de febrero de 2023

Glorias de 1968.

 

En 1968 procesionaban muchas menos hermandades de Gloria que en la actualidad. No obstante, algunas sí que lo hacían, como la Divina Pastora de Capuchinos o la de María Auxiliadora de los Salesianos de la Trinidad.

 

 

La Divina Pastora procesionaba en un magnífico paso llevado por costaleros de los llamados profesionales.


María Auxiliadora, coronada canónicamente en 1954, lo hacía también en su maravilloso paso por las calles del barrio.

 

Don Pedro Braña y la Banda Municipal.

 

La Banda Municipal de Sevilla, al mando del recordado músico y compositor Don Pedro Braña acompaña la salida de la Virgen de los Dolores Servita en las vísperas de la Semana Santa de 1968.


 



La Piedad de los Servitas en su primitivo paso que fue prestado por la Hermandad del Carmen de Santa Catalina. Nada que ver con las maravillosas andas que luce en la actualidad. Obsérvese que aún no luce la cruz ni el sudario que la suelen acompañar.

jueves, 23 de febrero de 2023

El hogar familiar en 1969.

 

En 1969, la televisión se había afianzado como aparato estrella en muchas familias, si bien grandes capas de la población aún carecía de ella. Pasó, así, a ocupar un lugar central en la vida cotidiana y en las casas de los afortunados que podían adquirirlas. Aunque, curiosamente, algunos "expertos" predecían entonces que en España no iba a tener gran éxito. Enrique de las Casas, director que fue de la primera cadena de TV -sólo había dos, o más bien, una y media-, argumentaba en 1959 que "el pueblo español no parece ser un consumidor nato de TV. Ni el clima, ni el estilo de vida, ni las cualidades imaginativas de la gran masa española parecen hacer de ella un buen cliente para la TV". Sin palabras. 

Vean cómo se disponía, en el pequeño salón, el sitio privilegiado del artefacto, eso sí, convenientemente adornado. Ni que decir tiene que la tele se mantenía encendida ininterrumpidamente hasta que salía la "carta de ajuste" al final del día. ¡Qué tiempos!

 


Por otro lado, tampoco faltaban las "enciclopedias" y algunos libros de lectura en aquellas familias que, aunque humildes, ansiaban ofrecer una buena educación a los hijos, confiando en que tuvieran mejor formación y mayores oportunidades laborales que sus padres. La educación, aún era en aquellos años, un importante ascensor social para muchos jóvenes.

 


Los hogares del barrio de San Marcos de estos años solían disponer de habitaciones pequeñas donde se acumulaban muebles y objetos diversos, multiplicados por grandes espejos que ampliaban los pequeños salones. Como ven, nada que ver ni con el minimalismo ni con la austeridad. Los sevillanos y el horror vacui propio de la estética barroca.

 

 

Y era habitual que convivieran bajo el mismo techo tres generaciones: abuelas, madres y nietas.








miércoles, 22 de febrero de 2023

Monaguillos y cofrades servitas. 1969

 


 

 

 

Monaguillos a la espera de la salida procesional de la Virgen de la Soledad Servita.

 

 


 

 

Cofrades servitas en la plaza de Santa Isabel.

 

 

 

 

 

 

La Virgen de la Soledad de la Hermandad de los Servitas en su capilla.

 

 

Festejando un bautizo en 1969.

 


 Tres generaciones posan después del bautizo

 


Después, la fiesta por sevillanas. Sí, una fiesta humilde de barrio popular, pero tan divertida o más que las actuales. Por cierto, el botellín de Cruzcampo era el rey del jolgorio. Hasta los más mayorcitos tenían permiso, sólo ese día, para empinarlo.

 


 

Semana Santa de 1968.

Plaza de San Marcos. Un chiquillo inicia sus pasos semanasanteros con su tambor, su chupe y su sombrero. Rara mezcla de objetos que describen un universo infantil completo. Así nacieron muchas de las ilusiones que, casi veinte años después, dieron lugar a bandas como las Cigarreras o Tres Caídas.

 

 

La Virgen de los Dolores de los Servitas sale de su capilla el domingo de pasión de 1968 cuando aún no era hermandad de penitencia. Será en 1972 cuando haga su primera estación a la Santa Iglesia Catedral.



 

1967. Bendición de la Virgen de la Soledad Servita

 

26 de noviembre de 1967. La Virgen de la Soledad Servita visita la iglesia del Convento de Santa Isabel, en la plaza del mismo nombre, para ser bendecida. Obra del taller de Castillo Lastrucci, remodelada en profundidad por Antonio Dubé de Luque, hermano de la corporación. La Virgen de la Soledad no realizará su primera estación de penitencia bajo palio hasta la Semana Santa de 1981.

 





Las vecinas del barrio acuden a ver la procesión. Algunos componentes de la Banda de la Cruz Roja se vislumbran al fondo.






 

 

Las monjitas de Santa Isabel tampoco se quieren perder el gran día del barrio.




















martes, 21 de febrero de 2023

1968. Siesta en la Plaza de San Marcos.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Primera hora de la tarde. El limpiabotas espera, bien vestido, a sus clientes. El día transcurre lento y la modorra invita a echar una cabezadita.

 

Al final del día, el tabernero barre y recoge los trastos, dispuesto a cerrar el negocio. Se trata de la Taberna el Disloque, hoy desaparecida, que hacía esquina con la calle Bustos Tavera. Al fondo, carteles de las pasadas fiestas son testigos de tiempos mejores. Unos carteles que son sólo eso, carteles anunciadores, y no los "bodegoncitos abigarrados" que abundarán tanto décadas después.

Los Ariza. Semana Santa de 1968.

 

 

 

 

 

El gran capataz, Rafael Ariza, frente al paso antiguo del Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de la Hiniesta, poco antes de su salida de la parroquia de San Julián.








 

 

 

 

 

Rafael Ariza frente al paso de palio de la Virgen de la Hiniesta recién salida de la parroquia.







José Ariza atento a la difícil salida de la Virgen de la Hiniesta, en San Julián. El encuadre de la foto, el momento y los acompañantes son el exponente de toda una época.





Eran otros tiempos...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Año 1968. Costaleros profesionales. Sin tanto glamour ni poses, como algunos de los de ahora, esos del costal de diseño y encasquetado por debajo de los ojos. No tenían ningún poder en las hermandades. Se limitaban a hacer bien su trabajo y cobrar la corría. Honestos, humildes y dignos como pocos.

 






Semana Santa de 1968. Semana Santa también de las tabernas de barrio, cuando a los "gastrobares" ni se les esperaba. Sin turistas ni forasteros, pero con parroquianos asiduos como este feligrés de la taberna El Disloque de San Marcos.

Una Sevilla que se nos fue para siempre.

 

Este blog está dedicado al fotógrafo aficionado que fue mi padre, Pío Ramón Lledó Carpena, que dejó un legado de miles de fotos retratando una Sevilla que se nos fue para siempre. Su mirada curiosa, sus singulares encuadres, su devoción cofrade y su gusto por lo popular serán los temas que nutran sus fotos. A todo ello se suma la cantidad de encargos que le hacían para fotografiar fiestas, bodas, cumpleaños o retratos con los que daba salida a su afición a la vez que ingresaba algún dinero para mantener los gastos de cámaras, negativos y equipamiento del laboratorio que, en aquellos tiempos, eran muy elevados para la exigua economía familiar de que se disponía.

 

 Procesión de la Hermandad de los Servitas. 1967




Por las calles del barrio de San Marcos, los chiquillos salíamos acompañando a la Virgen de la Soledad de la cofradía de los Servitas, antes de salir como hermandad de penitencia. Como sigue ocurriendo hoy, también nos encantaba entonces jugar con las bolas de cera.

 



 

 

Noviembre de 1967. El desaparecido capataz, Máximo Castaño, con la Soledad Servita, por las calles del barrio de San Marcos.

 

Capataz Máximo Castaño