Cuando los "áticos" ni estaban ni se les esperaba, las azoteas en Sevilla se utilizaban en verano, bien para hacer fiestas de jóvenes, bien para refrescarse cuando "la caló" apretaba. Aún no había en la ciudad suficientes piscinas públicas que facilitaran el acceso de los vecinos que residían en los barrios populares del centro. Así que una manguera y una pequeña piscinita de plástico podían remediar su ausencia y hacer que los pequeños tuvieran una tarde pasada por agua.
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