El Bar Iberia, que estaba situado en la calle Almirante Lobo, muy cerquita de la Torre del Oro, era un establecimiento que cerraba muy tarde -o abría muy temprano, según se mire-, y recogía a altas horas de la madrugada a un nutrido grupo de artistas y trabajadores de la noche, una vez acabado su trabajo en los distintos espectáculos de la ciudad. De ahí que, el fotógrafo aficionado, al salir del tablao flamenco El Patio Sevillano donde trabajaba por aquellos años 70, recalara, noche sí noche no, en el Bar Iberia.
Amigo de sus amigos y de sus tabernas, no dudaba en llevarse la cámara para inmortalizar esos momentos escondidos de vida cotidiana que articulan o destrozan una vida o una reputación o una memoria. Aquí nos deja unas instantáneas de aquel mítico Bar Iberia, hoy desaparecido.
El Bar Iberia se llamaba así porque su dueño, Nicanor Sáinz, un montañés de Santander, lo inauguró en 1970 frente a las oficinas de la Compañía Iberia, la aerolínea española hoy desaparecida. Todos los que lo conocieron dieron fe de su amabilidad con los clientes aunque fuera a horas intempestivas, lo que dio lugar a que esta mítica taberna se convirtiera en refugio de artistas, noctámbulos y bohemios de la farándula sevillana de los años setenta, hoy también desaparecida como el Bar Iberia; templo al que podían acogerse a sagrado cuando pintaban bastos.
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