VIII. Costaleros de la Piedad Servita. Los años 70 del pasado siglo fueron los últimos de los (mal)llamados costaleros "profesionales", o mejor asalariados. Sirva esta entrada para homenajear a unos hombres y a una forma distinta de entender el trabajo del costal que desapareció pocos años después con la aparición de las cuadrillas de hermanos costaleros. El fotógrafo aficionado documenta un breve descanso de la cuadrilla del capataz Máximo Castaño en el regreso de la cofradía Servita hasta su capilla.
Un botellín y un bocadillo bastaban para reponer fuerzas de una cuadrilla sin relevos, de "mármol a mármol" como se suele decir, un sistema de trabajo hoy casi inexistente en las cuadrillas de hermanos costaleros.
Y después del breve descanso, vuelta al trabajo, que queda aún lo más duro: aguantar los "kilos" que siguen cayendo sobre sus cuellos y meter la cofradía en su templo con dignidad y buen gusto. No constituían entonces un poder "fáctico" en las hermandades, no tenían "glamour" ni alardeaban ante nadie, no se creían protagonistas de nada, eran una familia unida leal a un capataz, apenas se les veía porque no podían salir de abajo ni para orinar -con perdón-, eran de otra raza, sí, cobraban por su trabajo, pero eran auténticos y humildes, y en la oscuridad de las trabajaderas eran también los pies de Cristo y de su Madre. Ellos eran los costaleros de la Piedad Servita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario