miércoles, 1 de octubre de 2025

Fotografía del mes. La vajilla Duralex. 1969.

 

 

Hemos elegido para este mes otoñal de octubre una foto familiar del año 1969. Tomada en el mes de diciembre, queremos destacar de ella la vajilla de la marca Duralex que se extendió por la mayoría de los hogares sevillanos gracias a su cualidad de ser irrompible y su buen precio. Lo que acabaría paulatinamente con los platos y fuentes de cerámica que ya sólo se sacaban, si se tenían, cuando llegaban las visitas o en las fiestas de guardar.

 

 


 

En aquellas pequeñas salas de estar de los barrios populares se comía en la mesa de camilla, lugar central de la casa donde se desarrollaba la vida familiar. La razón principal era que bajo sus faldas se encontraba la "copa de cisco" que calentaba a sus habitantes, empezando por los pies, en aquellos fríos inviernos donde aún no se utilizaban los calentadores eléctricos o de gas butano que eran mucho más caros.

La vajilla Duralex se comercializó por aquellos años sesenta en España y se extendió rápidamente por los hogares sevillanos. Duralex, una marca francesa, convertida hoy en icono vintage, que se publicitó entonces como la vajilla irrompible que pasaba de generación en generación. Vasos, platos y fuentes de Duralex llenaron las vitrinas de los armarios y las mesas de comedor como la de la foto. 

Todavía hoy, los "coroneles" del bar El Rinconcillo de Sevilla se sirven en estos vasos.

Duralex se inspiraba en el dicho latino "Dura lex, Sed lex", porque, al igual que la Ley, la vajilla de Duralex no se rompía y, por tanto, era fácil de fregar y salía a cuenta. Qué más se podía pedir en aquellos tiempos de apreturas económicas. O en estos tiempos de obsolescencia programada. Pues eso.

En la foto que hemos seleccionado una familia, mi familia, está dando cuenta de la ensalada y el guiso diarios. En aquellos años se comía poco pescado y poca carne; como mucho, una vez a la semana algo de pollo o una fritura de pescada o boquerones. De ahí que a algunos nos quede todavía hoy el gusto por el cuchareo. En ocasiones, vecinillos eran invitados a comer con la irrompible vajilla de Duralex y, como podemos observar, ya se estaban realizando los preparativos para la Navidad cercana con el montaje del portal de Belén en el aparador. 

El aparador, todo un clásico del mobiliario sevillano de esos años que, gracias a su gran espejo, agrandaba visualmente los saloncitos de los pisos. Después vendría el mueble-bar, con su vitrina de espejos, cristalería y licores, y, claro está, los tomos de la obligada enciclopedia que se vendía por fascículos encuadernables; pero esa es otra historia.