II. El barrio. San Marcos se viste de gala y de fiesta para ver a la cofradía de los Servitas por sus calles. La ilusión de muchos niños -las niñas no podían salir en estos años en las cofradías- era vestirse de monaguillo o de nazareno y sentirse importantes por un día, ante sus padres, ante sus familiares. Sin duda era un día señalado para muchos en un barrio que hasta el año pasado no tenía cofradía y que, a partir de aquí, empezará a crecer hasta convertirse en una referencia obligada para la Semana Santa.
Vecinos en los balcones engalanados e incluso en las azoteas esperan la difícil salida de la Piedad Servita.
Por fin, después de tanta espera, la Cruz de Guía de los Servitas aparece bajo el dintel de la puerta de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores. Es un día grande para el barrio y para la hermandad.