viernes, 15 de marzo de 2024

Corpus de 1970

 

El 28 de mayo de 1970 se celebró la procesión del Corpus en Sevilla, un día en el que Sevilla se viste de gala y se despide de las grandes fiestas de la ciudad hasta el 15 de agosto, día de su patrona la Virgen de los Reyes.

 




























La representación de la Hermandad Servita participa en la procesión

 

También participa la representación de la Hermandad del Museo

 
















 

 

Las autoridades y una compañía del ejército acompañan a la procesión






El público asiste respetuoso a la procesión y las calles están alfombradas de romero 
como es tradicional


D. Pedro Braña en el concierto del Corpus de 1970

 

Es tradición en Sevilla que, en vísperas de la celebración del Corpus, la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla ofrezca un concierto público en la Plaza de San Francisco al pie del altar presidido por la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, patrona del Ayuntamiento desde 1649. En la noche del 27 de mayo de 1970, su director, D. Pedro Braña, dirige a la Banda Municipal.

 


 

 

 

Obsérvese como estaban iluminadas las portadas del Corpus y la propia Plaza de San Francisco en aquellos años 70.






 

Por supuesto, en aquellos años no podía faltar al evento uno de los clásicos personajes más queridos de aquella época: Antoñito Procesiones, inmortalizada su memoria por D. Antonio Burgos en uno de sus inolvidables recuadros, titulado "Amargura para Antoñito". Antoñito era un seguidor incondicional de D. Pedro Braña, también citados en otro maravilloso recuadro titulado Vicente el del canasto.

Personajes populares y callejeros de una Sevilla entrañable y provinciana que perdimos para siempre, como sus cielos (Joaquín Romero Murube).




















viernes, 2 de febrero de 2024

Lunes Santo de 1970.

Veamos algunas fotos realizadas el 23 de marzo de 1970, Lunes Santo, de camino a realizar el reportaje de la salida de la Hermandad del Museo.

 












 

 

Cristo de la Vera Cruz



                                                                               Virgen de los Dolores de la Penas de San Vicente

 



Costaleros de la cuadrilla del Museo preparándose la ropa



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Hermandad del Museo comienza a salir

 


La Virgen de las Aguas está preparada para salir. Como se observa, es el primer año que ya no luce las joyas en su manto azul.



El Cristo de la Expiración comienza su salida




Este Lunes Santo será mi segunda estación de penitencia acompañando a la Virgen de las Aguas



Y ahora a la búsqueda de otra cofradía que ver



jueves, 1 de febrero de 2024

Salida de la Piedad Servita en 1970 y besamanos del Museo.

 

El 15 de marzo de 1970 -domingo de Pregón- salía la Virgen de los Dolores y el Cristo de la Providencia de la Hermandad Servita por las calles de su barrio de San Marcos. 

 


 

 

























Y la Virgen de las Aguas y el Cristo de la Expiración de la Hermandad del Museo estaban en devoto besamanos.

 



 





1969. Vida familiar.

Vivíamos en un piso muy pequeño del barrio de San Marcos. Tan pequeño que yo dormía en una cama plegable que se abría en el salón cuando la carta de ajuste aparecía poniendo fin a la emisión diaria de TVE. 

 


 

 

 

Las mañanas del fin de semana o en vacaciones de navidad aprovechaba para hacer los deberes del cole en la cama, antes de que mi madre arreglara la casa, costumbre que mantuve incluso ya de mayor; lo de trabajar en la cama, se entiende. La máquina de coser Singer, que aparece a la derecha, estaba presente en muchos hogares de aquellos años.







 

Después, se trasladaba un poco la mesa y el salón volvía a hacer sus funciones de comedor y sala de estar. En aquellos años, los aparadores con espejos y las vajillas de duralex eran habituales en la casas de los barrios populares de Sevilla.

 

 

 

El aparato de televisión ocupaba un lugar central en la familia que podía adquirirla a base de firmar letras y letras que tardaban años en pagarse. Las muñecas, los velones y los ramos de flores de plástico decoraban salones, junto a los pocos muebles buenos que se habían heredado.

 


 

 

 

 

Cuando venían visitas, como no cabía ni un sofá, se tenían que sentar en sillas a la vera de la mesa camilla.







 

 

 

A pesar de las estrecheces, siempre había espacio para montar el portal de Belén y el árbol de Navidad. Eso sí, el único sitio disponible era el aparador de la casa.








 

 

Curiosa foto realizada en la calle.










Un autorretrato mi padre en el rinconcito del salón. La mesa camilla tiene calefacción a base de cisco picón. Al fondo la puerta de la cocina tras la que se observa aún la mampostería de los antiguos fogones de carbón o leña. Las casas, cuanto más pequeñas más espejos tenían. Así podían agrandar, aunque solo fuera visualmente, el poco espacio de que disponían.