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miércoles, 27 de marzo de 2024

Vinos y tabernas en San Marcos. 1970.

 

En aquel verano de 1970, en el que solo había aire fresquito en el Corte Inglés de la plaza del Duque -que se había inaugurado tan solo dos años antes-, o en la fresquita Catedral en la que aún se podía deambular por ella sin pagar un duro, las plazas, las calles, los portales de las casas, los corrales, los bares y las tabernas se convertían cada noche en un lugar de encuentro para sobrellevar el calor que hacía dentro de las viviendas de estos barrios populares de Sevilla.

 


 








 

 

Lo que se acompañaba, si era posible, con un vaso de vino, como estos vecinos sentados al fresco de la plaza de Santa Isabel.







 

 

Las tabernas y los bares también eran lugares muy frecuentados en aquellas tórridas noches veraniegas.






 

En 1970 existían, solo en la Plaza de San Marcos y alrededores, un buen número de bares y tabernas populares que atendían a un nutrido grupo de "feligreses" todo el año, como el Bar la Alegría situado en la esquina de la plaza con la calle Socorro.




 

 

O la taberna El Disloque, situada en la embocadura de la calle Bustos Tavera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 
Y el recordado Pepe regentaba la taberna Casa Tomás
situada en la vecina calle Vergara.


lunes, 6 de marzo de 2023

Tabernas de barrio.1968

 

En 1968 abundaban los bares y tabernas de barrio que acogían a fieles parroquianos durante todo el año y a nuevos clientes cuando llegaban fiestas como la Semana Santa. Nada que ver con los bares de diseño de ahora, ni con los gastrobares, ni con las franquicias que igualan unas ciudades con otras. En aquella Sevilla, los bares diferenciaban unos barrios de otros. Poseían características étnicas propias. Tabernas de gatos y serrín, de vasos de vino de valdepeñas o del Aljarafe y botellines de Cruzcampo, de cacahuetes y "chochitos", como aquí llamamos a los altramuces. Y mucha conversación, como la de aquellos compadres descritos por el gran Núñez de Herrera que seguían los días de la Semana Santa sin salir de la taberna: ahora San Benito estará entrando en la Campana..., y pedían otro vaso de tinto.

 


Las horas muertas -Gran Parada- pasaban sin pena ni gloria en la taberna semidesierta de las tardes de invierno. Sólo los gatos seguían indolentes las idas y venidas de los pocos clientes que trasegaban vino o cerveza para arañar unos minutos a la soledad y al frío. 

 


En días de fiesta, la taberna -como esta de Casa Mier- ampliaba la clientela, sobre todo masculina, si bien en algunas ocasiones, mujeres y niños se sumaban a la celebración.




martes, 21 de febrero de 2023

1968. Siesta en la Plaza de San Marcos.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Primera hora de la tarde. El limpiabotas espera, bien vestido, a sus clientes. El día transcurre lento y la modorra invita a echar una cabezadita.

 

Al final del día, el tabernero barre y recoge los trastos, dispuesto a cerrar el negocio. Se trata de la Taberna el Disloque, hoy desaparecida, que hacía esquina con la calle Bustos Tavera. Al fondo, carteles de las pasadas fiestas son testigos de tiempos mejores. Unos carteles que son sólo eso, carteles anunciadores, y no los "bodegoncitos abigarrados" que abundarán tanto décadas después.

Eran otros tiempos...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Año 1968. Costaleros profesionales. Sin tanto glamour ni poses, como algunos de los de ahora, esos del costal de diseño y encasquetado por debajo de los ojos. No tenían ningún poder en las hermandades. Se limitaban a hacer bien su trabajo y cobrar la corría. Honestos, humildes y dignos como pocos.

 






Semana Santa de 1968. Semana Santa también de las tabernas de barrio, cuando a los "gastrobares" ni se les esperaba. Sin turistas ni forasteros, pero con parroquianos asiduos como este feligrés de la taberna El Disloque de San Marcos.